Tienes esa maldita sonrisa que me regalabas antes de terminar este curso en la universidad en pellas, y no la vas a cambiar por nada del mundo.
Un día. No, qué coño, mucho menos, horas. Poco más de 12 horas desde un hecho al otro. El primero, cambio mi vida. El segundo, la tuya.
Y te pregunto su nombre. Y sonríes, otra vez así.
Hoy solo te pido, que nunca dejes de soplarme de imprevisto cuando nadie nos ve. Que siga habiendo esa estupidez, esa bordería cuando nos hablamos. Que nunca te quiten esa sonrisa.
Yo te compro el babero. Y tu me prometes que siempre vas a cuidar de tu pequeña.
No quería irme contigo. Venían a buscarme. Pero el destino ha querido que hoy yo volviera a aquel lugar. Y me fui contigo.
Y que reviviera lo que fuimos. Una historia de
Lo peor de todo, es volver a recordar ese maldito olor de tu coche, y saber que nunca más tendrá la banda sonora de tus susurros en mi pelo. Que no te quiero. Que lo único que quiero es que seas capaz de amarla como podría amar un hombre a su hija.
DmN.