Echo de menos tus labios cerca de mi cuerpo. Tus bromas inaguantables que me sacan de quicio. Echo de menos que no me cojas el teléfono, y es que ya ni tan siquiera te llamo.
Quiero que todos los inviernos tengan tu nombre intrínsecamente y que el frío solo me haga sentir que te necesito. Pero a la vez, lo único que quiero, es que de una vez por todas, después de tantos años, pueda respirar sin acordarme de tí.
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Acariciame el alma...