viernes, 30 de noviembre de 2012

El chico sin mote (gotas)

Eres un estúpido. Tienes una sonrisa que transmite paz. Eres un imbécil. Me haces sentir alegría cuando peor estoy.
Eres como esa gota de sirope de chocolate en el montón de nata. Disfrutas el postre. Tienes ganas de comerlo. Pero esa gota determina el sabor. Hace que tu placer sea llevado al extremo mas extremo de los extremos.
Seguro que roncas. Tienes que tener una postura extraña al dormir que hace que no puedas compartir una cama de 90. Pero tu carisma, su personalidad, permite que no sea la cama lo que se comparta, si no algo más allá.
Dices que no crees el amor. Y creo que dices que tienes ganas de verme. Y lo que no sabes, es que solo por sacarme una sonrisa cada noche, tienes mi cielo ganado. Que no te quiero. Que te ríes de mi. Pero que eres un chico genial.

En una acera de Madrid, mientras recuerdo tu beso de buenas noches, mi cara se ilumina con la idea de que, algún día, caminemos buscando el último bar que nos sirva una cerveza, y después, borrachos, reírnos del futuro, del pasado, y fumarnos el presente.




DmN.

viernes, 16 de noviembre de 2012

Tu.

Tanta mala hostia que tenía que explotar. Mil y un defectos escondidos en tus canas. Cuatro o cinco besos antes de dormir, como el mejor somnífero de la vida.
Te escucho murmurar que ya nada ni nadie te hace feliz. Un vaso de alcohol rebosando en la barra del bar y tu y yo solo nos queremos mirar. Un bebé ilumina nuestra cara con la idea de dos rayas. Rosas.

Y un silencio. Punto.

La confianza del final, y tus ganas de quererme, sin quererme amar. Te pierdes en la noche fría de Madrid y me invitas a un café, para que nuestros sentidos y nuestros besos nos deseen más que nunca. O para que, una vez más, engañes la ilusión de mis entrañas.
El fuego del mechero ilumina mis ojos, que llenos de rabia se niegan a aceptar lo inevitable.

Cinco compases de cuatro por cuatro al son de unas palmas mal acompasadas y el andén tan frío como casi siempre, como cada vuelta a la cruda realidad.

La baba se nos caería de poder imaginar todo lo que nos podríamos querer sin miedo. Pero a más de uno mataron ahí afuera por creer que no somos lo que creemos ser. Si quieres soñar, yo te invito a dormir.

Y tú, y tu puñetera manía de huir. De no afrontar tus miedos cuando se tratan de ti. Cuando va más allá que el par de huevos que le echas por salvar vidas. O por echarlas a perder. Cobarde. Te odio.

Si algún día te atreves a querer a alguien como alguna vez (repetidas veces) lo hice por ti, sentiré que no he tirado todos esos besos por el desagüe de la soledad.





DmN.