jueves, 16 de mayo de 2013

No name.

Esta todo preparado. Tenemos las guitarras, los amplificadores. El cantante ha hecho gárgaras de agua y limón, y su voz brilla más que nunca. Esta el repertorio escrito a mano en la hoja más sucia que has tocado en todo el día. Sales del local con la sonrisa del nerviosismo causado antes de un concierto. Y sabes que este es EL CONCIERTO. Que el público no admite fallos, que tiene que salir todo perfecto, que un solo error puede mandarlo todo a la mierda. Sabes que estará entre el público, inmersa en su mundo, como suele hacer. Y has ensayado la jugada, hoy no puedes alargarlo más. Tienes que hacer frente, y o ahora o nunca.
Y en el coche, con la ventanilla a media altura, el viento te susurra que tienes que ir despacio, relajado, que tienes que estar tranquilo, que no debe haber equivocación, ni tan siquiera un error causado por los nervios. Todo de frente, la segunda calle a la izquierda y cuando llegas a la rotonda, la tercera salida. En cuanto veas aparcamiento, no lo dudes. No puedes llegar tarde.
Y no, ella no está. Y es que resulta, que ella nunca está. Que su nombre se cambio por "soledad". Que por mucho que desees que ella venga, no va a ocurrir. Que tu concierto no tiene sentido. Que todas las guitarras suenan diferente, si ella no está allí. Que tiene el color de las rosas, huele a jazmín, y sabe a romero.

Ey, pero no te rindas. Tienes que seguir tocando. Tienes que seguir probando para cuando ella vaya. Y tiene que estar siempre todo listo. Porque ella no te avisa. Y justo cuando no quieras, va a venir. Porque siempre le ha gustado eso de sorprender. Sobre todo si se trata del concierto de tu vida.


DmN.